Aún no es tarde.

Sostengo tu mano.

Está fría.

Estás completamente helada nena.

No se suponía que fuera de esta manera, por todo lo que pasamos juntos, por todas las promesas, todas las tardes de otoño que compartimos y todas las tazas de café que bebimos.

Prometiste que estarías conmigo hasta el final de mis días pero me has dejado. No. He sido yo quien te ha alejado de todos, pero es mejor así, confía en mí.

Por lo menos ahora escuchas mis palabras, ¿lo haces verdad? Oh! Amor, realmente hiciste que las cosas que se complicaran. Pero aún no es tarde.

Mira el ocaso.

Es Octubre cariño, nuestro mes favorito.

Atardeceres tempranos.

Te vez hermosa, en paz; jamás te había podido admirar de esta forma, jamás me diste la oportunidad de hacerlo, tus mejillas son tan suaves al tacto, pero se ha desvanecido su color rosado. Tus labios pierden poco a poco su dulzura y tus ojos comienzan a apagarse. No importa. Nadie en esta vida, o en la otra, a la que ahora perteneces, luce mejor que tú.

El rojo te queda bien.  Todos los colores, en ti, eran hermosos.

Ríos rojos que tal vez debería limpiar, pero no tengo fuerzas. No quiero alejarme de ti ahora.

Mi corazón late rápidamente, en contraste al tuyo inerte.

Tu respiración ha cesado, pero,  yo aun puedo aspirar tu dulce perfume, una última vez.

Tan solo quería demostrarte cuanto te amaba. ¿Alguna vez te importó?

Si tan solo no hubieses besado esos labios.

Si tan solo hubiese sido yo.

Pero aún no es tarde.

El filo es suficiente para uno más. Veinticuatro más uno. Solo necesito uno.

Mi sangre mezclándose con la tuya.

Cariño, es hermoso.

Veinticinco de Octubre.

Será una noche fría. Pero no importa, por que ahora estaremos juntos.

Para siempre.